Escribir para transitar la incertidumbre
Escribir, ¡qué esencial y qué difícil!
Escribir es registrar nuestro paso por la vida, es narrar las circunstancias, es imaginar mundos nuevos.
¿Por qué escribir?
Tenemos la idea errónea de que solo se escribe para que alguien lo lea. Nuestro tránsito para la escritura se ha realizado casi siempre con propósitos formales, desde la motivación externa -escribir un ensayo, síntesis u opinión para cubrir con una tarea académica-.
Sin embargo, escribir sin propósito alguno, escribir para nosotras mismas y para que nadie nos lea (si no queremos) es una práctica vital si queremos vivir una vida auténtica y creativa. Una de las razones por las cuales las mujeres casi no figuramos en la historia, es el hecho histórico de tener poco tiempo para nosotras mismas y para documentar-nos.
Escribir cambia el rumbo de nuestros pensamientos. Es vaciar la cabeza para dejar que nuevos conocimientos, pensamientos y sensaciones lleguen. Es estar para nosotras mismas.
Es cobrar conciencia de quienes somos, con nuestros aciertos y fallos, y hacerlo a propósito.
Escribir es una forma de trascender, de dejar huella. Es saludable y es divertido. Es integrar el conocimiento, es reconocer que nuestras vidas son valiosas de ser contadas. Te invito, si te sientes convocada, a realizar estos ejercicios, sólo con el objetivo de soltar la mano y transitar la escritura.
Sin juzgar, sin expectativas y sin calificaciones.
Mi nombre es Aina Lucía Cortés, soy psicóloga, tengo el hábito de escribir desde la pubertad, mis diarios me salvaron en momentos complejos. Cada tanto me regreso a leerlos porque soy nostálgica. Hoy quiero compartirte 10 propuestas para vencer el miedo a escribir, son ejercicios sencillos que he recopilado en diferentes espacios grupales y terapéuticos:
Propuesta 1.
Cambiar el final del cuento.
Sabemos que los cuentos de hadas ocultan muchos símbolos y aprendizaje de cómo debemos comportarnos las mujeres. En la versión Disney además reproducen todos los estereotipos de género y la verdad, eso nos aburre y hasta nos enoja.
Te invito a cambiarle el final al cuento de Disney que más te guste -o te disguste-
Propuesta 2.
Declaración de Identidad.
Ésta es la versión íntima de la descripción de tu perfil de redes sociales.
Aceptemos que en las redes solo mostramos nuestras virtudes.
Te reto a hacer una declaración de identidad que abarque tus defectos y tus virtudes.
Solo hay una regla:
No puedes definirte desde tu profesión, ni desde tus roles sociales (hija, madre, esposa)
Usa un párrafo coherente, no se valen palabras sueltas.
Propuesta 3.
Acrónimo.
Un acrónimo es un excelente ejercicio para complejizar en los conceptos. ¿Recuerdas la regla?
Debes escribir una palabra hacia abajo, y describirla en varias frases, cuyas primeras palabras deben comenzar con la siguiente letra que forma la palabra.
¿Qué tal si hacemos un acrónimo con todo lo que pensamos de la palabra libertad?
Con lo que salga del acrónimo te invito a escribir un texto sobre ser libres.
L
I
B
E
R
T
A
D
Propuesta 4.
Crucigrama.
Es muy parecida a la anterior, solo que esta vez no es necesario que tomes la primera letra de cada palabra.
privi L egio
comprom I so
a B razo
mi E do
memo R ia
T iempo
vol A r
D ecisión
Nuevamente te invito a escribir un texto, obviamente puedes elegir cambiar de palabra.
Propuesta 5.
Abuelidades.
¿Qué tal investigar en la historia de tus abuelas y escribir sobre ellas?
Puede ser una anécdota, algún recuerdo, una receta, lo que se te antoje para evocarlas.
Tengo un cuento chiquito sobre mi bisabuela paterna que me contó mi abuela:
“Hubo un tiempo en que mi papá se fue a Estados Unidos a trabajar. Mi mamá se angustió mucho y yo noté cómo en poco tiempo se le empezó a poner el cabello blanco. Un año después de que mi papá se fue, mi mamá estaba toda llena de canas. Igual seguía peinándose con sus trenzas largas y parecía no importarle el cambio. Las vecinas no le hacían ningún comentario, pero siempre le preguntaban por mi papá y yo notaba que ella se ponía triste. Pasaron unos años, no me acuerdo si fueron tres o cinco. Pero un día mi papá sin decir nada, regresó a la casa. Y tú no me vas a creer pero el cabello de mi mamá se puso negro de vuelta….”
*Si te divierte, puedes compartirle este ejercicio a tus primas y juntas pueden hacer un fanzine de la abuela. Aquí, Andrea Galaxina te enseña paso a paso qué es y cómo hacer un fanzine.
Propuesta 6.
Poema desde el espejo.
¿Escribir un poema yo? ¡Sí! Desromanticemos la poesía. La poesía no es un lujo de hombres blancos heterosexuales. Tampoco es un lujo de quienes están rayando la locura.
La poesía no es más que ordenar las palabras. ¡Ni siquiera tiene que rimar!
Y lo mejor es que si no se la enseñas a nadie, nadie va a venir a decirte que eso no es poesía.
¿Qué tal hacer una poesía de la parte que creemos más problemática de nuestro cuerpo?
¿o hacerle un poema a nuestra menstruación para hacernos amigas?
Te comparto uno que escribí, hace ya un tiempo. Es cortito:
No se me dan bien las plantas.
No les hablo
No les ato los tallos para traerlas al sol.
No les corto las partes podridas,
porque me gusta ver
vida y muerte compartir
el pequeño territorio de la maceta.
Tengo mi propia colección
de botones que no fueron flor.
Menstruación.
Propuesta 7.
Décimas veracruzanas.
Ahora que ya te iniciaste en la poesía, te reto a hacer un tipo de poema muy emblemático de Veracruz, que se ha utilizado en todo el mundo y que nutre al son jarocho: la Décima.
Es un poema con una forma especial, y este sí tiene que rimar.
“La décima es una estrofa poética de diez versos octosilábicos que riman con una estructura definida (abbaaccddc) ,siguiendo esta estructura podemos decir que los veros 1- 4 y 5 riman respectivamente, además rima el verso 2 y con el 3, rima el verso 8 con el 9 y riman los versos 6–7 y 10”
Te pongo un ejemplo que escribí sobre nuestro derecho a decidir, pon atención a que las palabras en cada renglón deben sumar 8 sílabas (puedes buscar cómo separar diptongos), y fíjate cómo riman las últimas palabras de cada renglón en la estructura a-bb-aa-cc-dd-c.
Juz- ga- da soy por de- ci- dir (a)
Si trai-go ni-ños al mun-do (b)
So-lo de-se-o pro-fun-do (b)
Se-rá mi ra-zón de pa-rir. (a)
Te e-no-jas de ver mo-rir (a)
Lo que ra-zón no man-tie-ne (c )
Al ca-pi-tal le con-vie-ne (c )
Ni-ños sin a-mor ais-la-dos (d)
Que le sir-van de sol-da-dos (d)
Si la gue-rra se sos-tie-ne. (c)
*La temática es libre!
Propuesta 8.
Crónica de una pandemia anunciada.
La crónica es un recurso periodístico utilizado para narrar hechos reales en orden cronológico. Te invito a escribir tu propia crónica acerca del COVID-19, en donde puedas integrar todo el bombardeo mediático que estamos recibiendo en estos días y tu propia experiencia de cómo han sido los últimos días. Y como es una crónica anunciada, también deberás incluir los pasos económicos, políticos, sociales, que -según tu punto de vista- nos han traído hasta este momento social.
¡Te reto a imaginar el final, cómo saldremos de esto y qué cosas habrán cambiado para el bien de la humanidad!
Propuesta 9.
Las páginas matutinas.
Ésta es una propuesta a largo plazo, para sostener cuando termine este confinamiento. Las páginas matutinas son una técnica incluida en El Libro del Artista de Julia Cameron (abajo está mi mail para enviarte el libro en PDF)
Se trata de escribir 3 hojas cada mañana como primera actividad del día. Sin temática, y nuevamente sin juicios ni expectativas. Es un excelente ejercicio por ejemplo, para registrar nuestros sueños y así contactar con nuestro inconsciente. Practícalo y verás como incluso te sirven para descansar mejor y arrancar tu día con mejor humor.
Propuesta 10.
Cadáver exquisito.
Ésta es una propuesta para que la hagas en grupo con tus amigas o familia. Este ejercicio ha estado presente en las artes desde los tiempos del surrealismo, y nos recuerda el hilo invisible que nos conecta en pensamiento (y creación).
Es sencillo: En un papel, cada una de las participantes debe anotar una palabra o una sencilla frase. A continuación, esa parte es ocultada mediante un pequeño pliegue y otro participante continúa la frase sin conocimiento alguno de lo precedente. Al final se despliega todo el papel y se lee el resultado.
Te reto a encontrar la forma de hacerlo aun cuando estén lejos! Tal vez lo pueden hacer por whatsapp sólo compartíendose la última palabra de la frase que antes escribió cada una en el papel, y al final compartirse las frases enteras y ver a qué resultado llegan.
Realmente espero que éstas propuestas te hayan gustado y que puedas llevar algunas o todas a la práctica.
Puedes compartirme lo que hayas escrito o las reflexiones que te surgen si tienes ganas: ainaluciacortes@gmail.com
Preguntas entre el disciplinamiento y la responsabilidad social.
Los tiempos son tales que no hace falta poner en el título a qué me estoy refiriendo.
El momento en el que nos damos cuenta que el pánico es el virus más expansivo. El momento histórico en el que nos damos cuenta de que estamos más conectados de lo que pensábamos, incluso entre clases sociales que parecen tan lejanas.
Estoy viviendo la “cuarentena” en Uruguay en donde hay a la fecha 40 y tantas personas confirmadas con el virus. En el medio de un escándalo en donde una de las primeras infectadas fue una mujer del barrio más adinerado de Montevideo, que regresó de Milán y fue a una boda, en donde pudo contagiar a todos los presentes. La realidad nos estalla en la cara cuando la trabajadora doméstica de esta mujer, se traslada en transporte público hasta el hospital, pudiendo contagiar a todas las personas que se trasladaban con ella.
Nada como un virus global para hacer conciencia de cómo nos afectamos unos a otros. Ni siquiera la galardonada Parasite es equiparable a la realidad en donde las clases sociales (casi) se tocan. La realidad supera a la ficción cuando la empatía de las personas que cuentan con todos los recursos económicos, no alcanza para prevenir un desastre que desde el bombardeo de información, sabemos que es evitable.
Las crisis acrecentan y expanden el discurso dominante. Se acentúa el clasismo y la xenofobia. El discurso dominante es no salir de las casas. Sin embargo veo alrededor poca conciencia de la realidad, y la realidad es que la gran mayoría de la gente tiene que salir a trabajar. Todas las personas que no pueden trabajar por internet, todas las personas que no trabajan en el sector educativo que está suspendido, todas las trabajadoras domésticas, los albañiles, las cajeras del supermercado, los que te atienden en el banco, tienen que dejar sus casas para conseguir el recurso básico. ¡Además de resolver quién cuida de sus hijes! El discurso dominante -si lo permitimos- va entonces a culpar a los menos privilegiados de expandir el virus, lo cual no hace más que reforzar los discursos de odio ya tan presentes en la sociedad, y esto representa una oportunidad que los gobiernos no pueden desaprovechar: la de instalar medidas de disciplinamiento y control a través de la única forma que conocen, la violencia.
En países europeos, la policía en las calles está disolviendo encuentros casuales. En países latinoamericanos como Uruguay, sobran las ganas de poner en práctica las mismas medidas. Pero no se hace de forma pareja cuidando a toda la sociedad. En la versión latina la policía disuelve reuniones que considera “sospechosas” en los barrios pobres, mucho antes del virus, pero ahora con un discurso global legitimado. Con una retórica de “protección”. Son tiempos en los que se vale temer. Ahora, ¿está justificado el pánico?
Podemos apelar a que la cantidad de muertos por el virus no es proporcional al pánico que se ha generado. Y cierto es que está en nuestras manos (literal) evitar que el virus se expanda. Entonces podemos decir que el pánico no está justificado si es que somos cuidadosos, y podríamos pasar a plantearnos preguntas diferentes: ¿A quienes les sirve que entremos en pánico? Sin duda que les sirve a los supermercados, las farmacéuticas y la industria sanitaria pero ¿Quién más se beneficia? ¿A qué intereses políticos, económicos y morales les sirve que la sociedad refleje el caos?
¿Cómo podemos, con la paranoia instalada, seguir firmes en los procesos globales de exigencia de derechos? No olvidemos el año que acabamos de pasar, con protestas globales en Chile, en Hong Kong, en Francia, en Ecuador, en Bolivia, etc. No olvidemos las manifestaciones globales de mujeres en las calles pidiendo que No Nos Maten.
Las condiciones están puestas para disolver esta insurgencia: de ahí la importancia de instalar el pánico. Entonces ¿Cómo no caemos en su juego a la vez que somos responsables en esta emergencia? Y tal vez más importante: ¿Qué podemos aprender de esta crisis para el futuro de la humanidad? ¿Cómo aprovechamos los recursos que tenemos para no interrumpir lo que es vital: la convivencia y el aprendizaje colectivo?
¿Qué podemos aprender de la historia? Porque no es la primera vez que estamos frente a una epidemia. Pero sí es la primera vez que virtualmente estamos tan conectados y es la primera vez (creo) que estamos seguros que no podemos confiar en todo lo que leemos/vemos/escuchamos.
Las crisis representan peligros a la vez que oportunidades.
Desarrollar la empatía es urgente.
Te invito a compartir las oportunidades que estás viendo en esta crisis.
¿Poco deseo sexual? Tu anticonceptivo puede tener algo que ver.
¿Te sientes con poco deseo sexual? ¿Haz pensado en dejar los anticonceptivos hormonales? ¿Tienes muchos años tomando hormonas y te gustaría conocer cómo funciona tu cuerpo sin ellas? Sigue leyendo, es posible que esta información te interese.
¡Amiga date cuenta! Tu anticonceptivo no es tu amigo…
El uso de anticonceptivos hormonales en la edad adulta está normalizado en la mayoría de los países occidentales. En México, según datos de la Secretaría de Salud el uso de anticonceptivos entre mujeres en edad fértil pasó del 30.2% en 1976 al 72.3% en 2014.
Los anticonceptivos hormonales no solo son usados para evitar embarazos. Hay evidencia de que son recetados cada vez más a adolescentes que aun no comienzan su vida sexual: para regular sus periodos menstruales, controlar el dolor menstrual e incluso para tratar el acné.
Sin embargo, poco se habla de los efectos secundarios de los anticonceptivos hormonales: pastillas, parches, anillos, implantes, etc. Los médicos tradicionales evitan explicar las desventajas del uso de éstos métodos por dos razones: la primera que son muy lucrativos. La segunda, que cada cuerpo de mujer es diferente, y cada una reacciona distinto a los diferentes anticonceptivos. Este factor ha generado que no exista consenso entre la comunidad científica acerca de la correlación entre el uso de anticonceptivos y la falta de deseo sexual, pese a la existencia de varias investigaciones sobre el tema. La mayoría de las investigaciones se basan en encuestas y entrevistas y cuando hablamos de calidad y cantidad en las relaciones sexuales, el tema se vuelve muy subjetivo y ¿resbaladizo?
Quizás la investigación más representativa sea la realizada por los Doctores Cessare y Bruno Battaglia, entre otros y publicada en “The Journal of Sexual Medicine” en 2012, que demuestra que los anticonceptivos orales inducen cambios en el cuerpo y en la libido. Las participantes de este estudio, después de tomar durante tres meses las pastillas Yasmin(Bayer Italia) presentaron: una reducción significativa en el espesor de los labios menores así como del tamaño del orificio vaginal al momento de la excitación, a la vez que un incremento en la arteria dorsal clitoridiana; mientras que en su cuestionario de Sexualidad Femenina (MFSQ), respondieron que experimentaron dolor durante las relaciones sexuales, dificultades para lubricar, disminución en el deseo sexual, alteraciones en el ciclo menstrual y disminución en la frecuencia de sus relaciones sexuales y orgasmos.
¿Qué? ¿Menos orgasmos? Sí, y nadie quiere eso, ¿verdad?
¿Entonces por qué usamos anticonceptivos hormonales, si es posible que su efecto implique una merma en la cantidad y calidad de nuestras relaciones sexuales?
La respuesta (creo) radica en nuestra deficiente educación sexual y en el poco conocimiento que tenemos acerca del funcionamiento de nuestro propio cuerpo y del ciclo sexual y reproductivo. Vaya, parece que la ginecóloga a la que vemos por primera vez sabe más de nuestra vulva y vagina que nosotras mismas.
Las mujeres somos cíclicas. Hay periodos en los que nuestro apetito sexual es intenso/inmenso (más cerca de la ovulación) y días en los que nuestras ganas son nulas (más cerca de la menstruación). Esto se explica por la producción de progesterona y testosterona, que aumenta durante la ovulación (nuestros días fértiles, con muy alta probabilidad de quedar embarazadas), y desciende cuando estamos por menstruar. Algunas mujeres también experimentan mucho deseo sexual durante su regla, sin embargo los tabúes asociados a la menstruación hacen que muchas se repriman y no aprovechen este pico de deseo.
Ahora, ¿qué pasa con los anticonceptivos? Los anticonceptivos hormonales actúan justamente sobre eso: las hormonas. Especialmente sobre la producción de testosterona. La testosterona se asocia con la agresividad y el deseo sexual. Los anticonceptivos orales combinados (los más populares en el mercado) funcionan porque reducen los niveles de andrógenos, especialmente la testosterona, causando que los ovarios no la sinteticen, por lo que la ovulación no se produce. Al mismo tiempo, aumentan los niveles de una hormona llamada Globulina Fijadora de Hormonas Sexuales, que a su vez disminuye los niveles de testosterona activa.
En resumen, los anticonceptivos interrumpen nuestro ciclo natural. Y también tienen efecto en nuestras emociones y actitudes (pero eso es tema de otro artículo).
¡Claro que no podemos culpar únicamente a los anticonceptivos del mal o poco sexo que estamos teniendo!. Las discusiones en la pareja, la falta de comunicación, la rutina, la llegada de bebés, el estrés laboral, las dificultades materiales, nuestro estado emocional y la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo también pueden contribuir a que tengamos poco sexo con nuestra(s) pareja(s).
Antes de dejar tu anticonceptivo asegúrate que no estás teniendo alguno de estos problemas. Pero también ten certeza de que ¡No es tu cuerpo el que está mal! En mi propia experiencia no tomé nunca las pastillas, pero sí experimenté baja en mi deseo sexual con el anillo anticonceptivo (lo usé dos años) y con los parches (cuatro años). Hace tres años que no uso hormonas en mi cuerpo y estoy feliz: no subí de peso, no me salió acné y recuperé mi estado emocional natural: el de mujer cíclica. Además, el no tomar anticonceptivos me hizo tener mejor comunicación con mi pareja y llegar a acuerdos para seguir disfrutando del sexo sin quedar embarazada. Mi pareja me pregunta en qué fase de mi ciclo estoy, y creo que sólo lo hace para confirmar algo que ya sabe porque ha desarrollado una intuición: se da cuenta cuando tengo ganas y cuando no.
Hemos llegado a un punto importante: ¡el sexo siempre debe ser consensuado! Si estás tomando pastillas anticonceptivas y no tienes ganas de tener sexo o experimentas dolor es tu derecho negarte (y ¡quejarte!)y esa decisión debe ser respetada por tu pareja. Y si no tomas anticonceptivos hormonales y estás en los días de bajo deseo, también porque: No es No.
Es momento de comenzar a hablar de estos temas, y de exigirles a las y los ginecólogos que investiguen y nos comuniquen los efectos negativos de las hormonas que introducimos mes a mes en nuestro cuerpo. Las farmacéuticas jamás lo harán.
Si ya tomaste la decisión de dejar los anticonceptivos hormonales pero no quieres quedar embarazada, lo primero que debes hacer es asegurarte de que tienes una pareja igual de responsable que tú para evitar esa posibilidad. Lo segundo, es conocer tu ciclo menstrual para ubicar tus días más fértiles y comunicárselo a tu pareja para tener especial cuidado. Tanto hombres como mujeres debemos conocer el ciclo menstrual para derribar mitos y tabúes, para tener una vida sexual más placentera y para lograr mejores relaciones de pareja (si es que nuestro deseo es heterosexual).
Existen varias apps que puedes descargar a tu celular para llevar el registro de tu mes. En algunas como Lunar, incluso puedes hacer anotaciones acerca de tus estados de ánimo y algunos síntomas que experimentes en cada momento de tu ciclo. Las mujeres necesitamos re-conectarnos con nuestro cuerpo y con nuestro ciclo menstrual. Afortunadamente movimientos ecológicos como el de la copa menstrual están contribuyendo a ello. También existen cada vez más talleres con expertas en el ciclo lunar a donde puedes asistir para conocer las experiencias de otras mujeres y seguir conectando con tu cuerpo, o para convencerte a tomar la decisión de liberarte de las hormonas sintéticas.
Por último, es muy importante saber y comunicar que la epidemia de VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual está en aumento de forma alarmante, por lo que no podemos ser irresponsables al tener parejas nuevas o al tener sexo casual ¡el uso de preservativo es obligatorio! Lo mismo aplica si decides dejar tu anticonceptivo hormonal e ¡incluso quienes toman anticonceptivos hormonales en una relación estable deberían usar preservativo! Recuerda que por más confianza que le tengas a tu pareja, no puedes saber si sus parejas o tus parejas anteriores contrajeron alguna vez una infección. Realiza tus análisis de rutina para estar segura y ¡Disfruta!
Si tienes más dudas o te interesa el tema y quieres recibir información no dudes en contactarme: ainaluciacortes@gmail.com
*Consulta el estudio de los Doctores Battaglia: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1743609515338534
Por qué deberíamos hacer teatro por lo menos una vez en nuestra vida.
Soy psicóloga de profesión, pero he encontrado que mi verdadero amor es el teatro. Te invito a leer cómo descubrí en el teatro una poderosa herramienta de sanación y transformación.
Los últimos seis años viví fuera de mi país de origen. Una vez que obtuve mi grado, me decidí a hacer mi maleta para emprender un viaje por América del Sur. Viajando adquirí mucha adaptabilidad, confianza, y perdí muchos prejuicios. Sin embargo el mayor reto de viajar para mí fue llegar a lugares en donde no conocía a nadie.
Me considero una persona más bien introvertida, así que después de haber atravesado tres países me encontré sola, sin amigas con quienes compartir los paisajes, la comida y todas las experiencias que se atraviesan al viajar. Para cuando llegué a Brasil, me puse un reto a mí misma y me inscribí a una clase de teatro.
Para empezar, mis clases de teatro me ayudaron a aprender portugués de una forma… bueno, rápida. Por primera vez en mi vida fui consciente de cuánto nuestro lenguaje corporal nos ayuda en la comunicación. Percibí que era capaz de entender la mayoría de las palabras si estaba atenta al movimiento de los cuerpos y a los gestos. Y de alguna manera, asociar los gestos a las palabras funcionaba como un pegamento en mi cerebro: serían palabras que no olvidaría jamás. También por primera vez entendí que a veces las palabras entorpecen la comunicación: ¿conoces el juego del teléfono descompuesto? apuesto a que no sabías que es parte del entrenamiento teatral.
Y aquí acabo de mencionar una palabra que es fundamental en el teatro: el Juego. ¡Todo el entrenamiento de los actores y actrices se basa en el juego!
Me he dado cuenta de que aunque la mayoría de las personas disfruta del teatro, la mayoría de ellas no está dispuesta a actuar. Esto me ha hecho pensar que se desconoce que el teatro y los juegos están conectados, pero hay algo que me preocupa más: la mayoría de las personas adultas que conozco tiene miedo de jugar.
Trabajando con grupos (mayoritariamente de maestros) aplicando las técnicas del teatro, he encontrado que es muy difícil para los adultos comenzar a jugar: ir más allá del miedo al ridículo y a ser espontáneo. Pero una vez que veo a esos alumnos- maestros superar esos obstáculos, puedo apreciar en sus caras que han encontrado en el acto de jugar un placer que (tal vez) creían haber perdido. Muchos de estos maestros me han dicho que solían jugar todo el tiempo en su niñez, entonces, ¿por qué y cuándo dejamos de jugar?
Otra parte fundamental del entrenamiento en teatro es el manejo de las emociones: poder conectar con la rabia, la vergüenza, el deseo, y todo el abanico de emociones que como seres humanos somos capaces de experimentar, es un lujo que casi solo los actores y actrices se pueden dar (hasta ahora). Fuimos educados para hacer lo contrario: ocultar nuestras emociones, o dependiendo de nuestro género asignado, se nos permite sentir algunas y no otras. Por ejemplo, según el estereotipo las mujeres sentimos más ternura, compasión, tristeza; mientras que los hombres experimentan más rabia, deseo sexual y … espera ¿cuántas emociones le son permitidas demostrar a los hombres?
El teatro rompe con estos mandatos de emociones planas puesto que se alimenta del conflicto, y en el conflicto todas las emociones pueden estar presentes.
Es bien sabido que las personas más saludables son las que se permiten sentir y demostrar todo tipo de emociones. Pero algo que no se difunde tanto, es que las personas que están más en contacto con su cuerpo demuestran mayores índices de salud y también reportan sentirse más felices. Los actores y actrices, junto con las bailarinas y bailarines, acróbatas y deportistas son personas que están muy conscientes de su cuerpo.
No es de gratis que los actores y actrices tengan fama de ser muy afectuosos: esa conciencia de su cuerpo sumado a los momentos de intimidad que se generan al jugar y compartir emociones hacen que los grupos de teatro sean espacios en donde se intercambia mucho cariño. Algunos elencos son los mejores amigos, en otros también, hay mucho drama… Pero sin duda en un grupo de estas características se generan vínculos especiales.
Por último, quiero contarte que el teatro es la forma más sublime de organización. Para que una puesta en escena sea perfecta, todas las personas que trabajan en ella saben exactamente cuál es su tarea y el momento exacto en que tienen que ejecutarla. El teatro también es un acto democrático, puesto que aunque en la obra exista un personaje “protagonista”, todos los papeles son igual de importantes. Si el telonero no levanta el telón, la obra no empieza; si la sonidista no pone play al audio el guión deja de tener sentido; si la actriz no dice su diálogo el protagonista no tiene a qué responder y no se desarrolla el conflicto… y nuevamente si no se baja el telón, la obra nunca termina y ¡los asistentes no pueden comenzar a aplaudir y regresar a sus casas!
El teatro puede enseñarnos muchísimas cosas acerca de nuestra sociedad y acerca de nosotras mismas.
Con todo esto no quiero decir que el teatro sustituya a un proceso terapéutico, ¡por favor, no me malinterpretes!, pero como psicóloga, créeme que muchas veces me he encontrado con personas que tienen miedo de mostrar sus emociones, o de conocer las máscaras detrás de las cuales intentan ocultar sus defectos (¡todos usamos máscaras!). Así que si estás atravesando un momento que te exige un cambio, y sabes que necesitas apoyo pero tienes miedo de mostrarte vulnerable, te sugiero intentar con unas clases de teatro. Ahí la vulnerabilidad está permitida -¡es más, es una exigencia!- y lo más importante: será divertido, y no estarás sol@.
Si quieres vivir una experiencia de contacto con el teatro, no dudes en contactarme. Viajo por Latinoamerica con el compromiso de difundir metodologías teatrales para actores y no actores.
ainaluciacortes@gmail.com